Acciones, oro o bonos: el estudio que revela qué activos generaron más ganancias en 200 años

Un informe del Deutsche Bank Research Institute analizó dos siglos de historia financiera en más de 50 economías. Las acciones resultaron el activo con mayor rendimiento real a largo plazo, mientras que el oro y el efectivo mostraron desempeños más modestos.

Un nuevo estudio del Deutsche Bank Research Institute analizó el comportamiento histórico de los principales activos financieros a lo largo de más de dos siglos y en 56 economías, con el objetivo de determinar cuáles ofrecieron los mayores rendimientos reales —descontando la inflación— y qué variables económicas incidieron en esos resultados.

El análisis comparó acciones, bonos, oro, efectivo y carteras diversificadas, y concluyó que, a largo plazo, las acciones lideran los retornos reales, seguidas por los bonos soberanos y los portafolios mixtos. En cambio, el oro y el dinero en efectivo presentaron un desempeño considerablemente menor.

De acuerdo con los datos recopilados por Bloomberg Línea, el rendimiento medio real de las acciones globales fue de 4,9% anual en dólares durante los últimos 200 años. Le siguieron las carteras 60/40 —compuestas por 60% de acciones y 40% de bonos— con un 4,2% anual, los bonos gubernamentales con 2,6%, las letras del Tesoro con 1,9%, y el oro con 0,4%. El efectivo, por su parte, perdió valor real a una tasa del 2% anual.

“El oro ha quedado rezagado frente a los activos financieros que pagan dividendos o cupones”, indica el informe.

El oro, la excepción del siglo XXI

Pese a su bajo desempeño histórico, el oro ha sido el activo más rentable en lo que va del siglo XXI, con un rendimiento real de 7,45% anual. En el mismo período, las acciones estadounidenses registraron un 5,8%, las alemanas 3,9% y las británicas 3,3%. Los bonos, en tanto, ofrecieron rendimientos reales entre 0,6% y 0,9% anual en los principales mercados.

El informe destaca además las diferencias por país. En los últimos 100 años, Suecia lideró el retorno bursátil con 7,5% real anual, seguida de Estados Unidos (7,2%), mientras que Italia registró los peores resultados: 2,5% para las acciones y -1,1% para los bonos.

El valor de las condiciones iniciales

Uno de los hallazgos más consistentes del estudio es que las valoraciones iniciales son determinantes para los resultados a largo plazo. Los mercados con bajos múltiplos precio/utilidad (PER) y mayores dividendos tienden a ofrecer rendimientos superiores.

“La cartera con bajo PER devuelve 20,2% anual en los últimos 70 años, mientras que la de alto PER devuelve 11,4%”, detalla el reporte. Del mismo modo, las carteras con altos dividendos rinden 12,8% anual frente al 9,3% de las que reparten menos utilidades.

En el caso de la renta fija, el punto de partida también resulta clave. Los rendimientos reales a 25 años sólo se vuelven significativamente positivos cuando las tasas de política monetaria superan el 4%. Actualmente, las tasas de referencia rondan 2% en la zona euro y 4% en Estados Unidos, con previsiones de baja hacia 2026.

El estudio advierte además que los bonos gubernamentales tienen una probabilidad cercana al 25% de no superar la inflación en periodos de 25 años, mientras que en el caso de las acciones ese riesgo se reduce al 7,5%.

Carteras mixtas: menos riesgo, más estabilidad

Una de las conclusiones más destacadas del informe de Deutsche Bank es que las carteras diversificadas —como el clásico portafolio 60/40— presentan una probabilidad mínima de pérdida nominal a largo plazo. “La probabilidad de retornos negativos a 25 años es de sólo 0,1%”, precisa el documento.

Aunque los bonos han atravesado fases prolongadas de bajo rendimiento, su inclusión en un portafolio combinado ha sido útil para suavizar la volatilidad de las acciones, especialmente durante períodos de corrección bursátil.

El informe subraya, no obstante, que la correlación entre acciones y bonos ha variado con el tiempo. “Los bonos y las acciones tienden a moverse en la misma dirección, y la relación inversa observada durante la burbuja tecnológica y la crisis financiera global fue la excepción, no la regla”, concluye.

En síntesis, el estudio confirma que la diversificación y el horizonte temporal de largo plazo siguen siendo las estrategias más efectivas para construir riqueza sostenida, incluso frente a los cambios estructurales de los mercados globales.